martes, 4 de junio de 2013

El Southwest Research Institute (SwRI) en las noticias

A lo largo de su vuelo hasta Marte, el róver Curiosity fue registrando la radiación cósmica y solar que actuó sobre la nave. Los datos han permitido calcular que, con los sistemas de propulsión y protección actuales, la dosis recibida en un viaje de ida y vuelta al planeta rojo rondaría los 0,66 sievert, un dato de gran interés para las futuras misiones tripuladas al planeta rojo. Las agencias espaciales proponen que las tripulaciones no superen dosis de 1 sievert.

Durante la mayor parte de los 253 días que duró el viaje a Marte del rover Curiosity, que salió de la Tierra en noviembre de 2011, su medidor RAD –Radiation Assessment Detector– fue registrando la radiación dentro de la nave.

El instrumento RAD (detector de radiación solar y espacial que llega a la superficie de Marte) fue desarrollado en el Southwest Research Institute (SwRI, Boulder, Colorado). Su investigador principal es Don Hassler y entre sus co-investigadores se encuentran Cary Zeitlin y Scot Rafkin (mi jefe en EEUU).









Ahora se publican en Science los datos, que ofrecen una idea a los científicos del peligro que puede suponer esta radiación ionizante para las misiones con humanos que se están preparando al planeta rojo.

Los resultados han servido para deducir que la dosis equivalente que recibiría un astronauta solo durante el viaje de ida y vuelta, sin contar la estancia y con los blindajes antirradiación y sistemas de propulsión actuales, sería de unos 0,66 sievert (Sv). El tiempo en la superficie marciana podría aumentar considerablemente esta cifra.

La dosis equivalente mide el efecto de las radiaciones sobre los tejidos biológicos, y la exposición prolongada a dosis de 1 Sv se asocia con un aumento del 5% en el riesgo de padecer un cáncer mortal, según diversos estudios. De hecho las agencias espaciales proponen que las tripulaciones no superen ese valor.

Por comparar, la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) recomiendan no superar una dosis de 0,1 Sv al año en las instalaciones terrestres. Los tripulantes de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, también lo cumplen.

“Dejamos a otros la valoración sobre qué niveles de riesgo son aceptables en las misiones tripuladas”, comenta a SINC el autor principal del estudio, Cary Zeitlin, del Southwest Research Institute (Boulder, Colorado), que subraya: “El trabajo de nuestro equipo es tomar las mejores medidas posibles para que las personas que tengan que tomar las decisiones dispongan de una información muy precisa”.

Lo que sí destaca el científico son las dos formas de radiación que supondrán un riesgo para la salud en los largos viajes espaciales: la dosis baja pero constante de rayos cósmicos galácticos (GCR) y la posible exposición súbita a las partículas energéticas solares (SEP) procedentes de una llamarada del Sol.

“Un evento SEP podría causar grandes problemas en una misión a Marte, pero estadísticamente es algo poco probable, además de que las naves espaciales para estos viajes contarían con un ‘refugio frente a la tormenta’, un pequeño habitáculo bien blindado donde la gente pudiera cobijarse”, señala Zeitlin.

“Por otra parte, el daño biológico de la exposición a los iones pesados de los GCR ​​todavía no se conoce bien, por lo que es difícil protegerse de este tipo de partículas –añade–. Por tanto, yo diría que estos rayos cósmicos galácticos suponen el problema más grande”.

Respecto a las formas de protegerse frente a la radiación, el investigador recuerda los tres métodos que se aplican en la Tierra: “A las personas que trabajan en instalaciones terrestres con fuentes de radiación se les enseña que hay tres puntos clave: maximizar la distancia a la fuente, poner un blindaje protector entre medias y reducir al mínimo el tiempo de exposición”.

¿Viajes más cortos?

Según Zeitlin, la primera medida no tiene sentido en el espacio porque la fuente está en todas partes, y el blindaje ayuda solo un poco, por lo que minimizar el tiempo de exposición es lo que realmente ayudaría: “Esto significa que lo mejor sería desarrollar sistemas de propulsión más rápidos para hacer el viaje más corto”.

Los científicos también proponen e investigan el desarrollo de contramedidas frente a la radiación, como medicamentos o suplementos nutricionales que los tripulantes pudieran tomar durante el largo viaje.

En cualquier caso, los datos que ha tomado y sigue tomando el Curiosity van a resultar de gran interés, no solo para conocer la radiación, sino también muchos otros aspectos del entorno y las condiciones que se encontrarán los astronautas.

2 comentarios:

  1. Madre mía.

    He oido por ahí que una empresa que la lleva un multimillonario va ha montar una plataforma humana en Marte y deja que vayan todo tipo de personas y ya hay 200 apuntadas 2 de ellas españoles.

    Un saludo

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  2. Correcto.

    Es una muestra OBJETIVA mas de que el espacio tiene un interes fortísimo en la sociedad.

    De lo contrario, como se explica que esa oferta se haya convertido en LA OFERTA LABORAL MÁS DEMANDADA DE LA HISTORIA. Las matematicas no mienten: 80.000 solicitudes en solo dos semanas...

    El espacio sigue siendo algo secundario?, tal vez, pero no para el ser humano.

    Un abrazo DANI!!

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